El teatro multicultural y el trauma geopolítico

Incluso después de los acuerdos de paz, tratados y treguas, el conflicto debe ser reconocido y considerado activo, y debemos entender el odio para poder parar los ciclos de violencia. En los ensayos no se puede esconder ni negar nada, y todas las cartas deben de estar sobre la mesa. Los actores no pueden ceder. Deben ser capaces de ensayar algo que no creen, y estar dispuestos a adoptar una identidad y explorarla antes de aceptarla, negarla o encontrar algo nuevo para reemplazarla.

Las producciones que emergen de este proceso, forjadas a partir de los recuerdos de los actores, de múltiples verdades, y de narrativas en conflicto, son necesariamente confusas. Pero dentro de esta confusión encontramos sustancia y sustento, un centro de significado vital que de otro modo tal vez nunca habríamos descubierto. Cuando llevamos cada una de estas producciones de gira, a otras zonas que están saliendo de conflictos violentos o que tienen problemas para enfrentarse a historias de opresión racial, económica, étnica y religiosa, pueden ver un fragmento de sí mismos en la producción. El trabajo se convierte en un espejo, abriendo un espacio para el diálogo en las charlas y talleres que organizamos después de las representaciones para los miembros de la audiencia que más necesitan oírse los unos a los otros.